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Divulgación, formación y docencia

Con rigor y en base a la evidencia científica

Se dice que vivimos en la era de la información. En la actualidad tenemos más acceso a ella que en ninguna otra época de la historia, gracias sobre todo a la existencia de Internet. Sin embargo, el mal uso de esta herramienta, ya sea de forma intencionada o no, está favoreciendo la desinformación y la dispersión de bulos. Esto es especialmente frecuente en el campo de la alimentación. Como consecuencia de ello se fomentan creencias y actitudes que pueden poner en riesgo la salud y la economía de la población y por extensión, la integridad de las empresas alimentarias e incluso la estabilidad socioeconómica de todo un país.

Así, nos encontramos en una situación en la que gran parte de la población se encuentra totalmente desorientada a la hora de alimentarse: no sabe interpretar los etiquetados, es incapaz de distinguir los alimentos saludables de los insanos y desconfía de la inocuidad de muchos de ellos.

No es nada fácil solucionar este problema porque sobre él influyen numerosos factores. La carencia de conocimientos específicos sobre alimentación que tiene la mayor parte de la ciudadanía,
la existencia de prácticas poco éticas por parte de un sector de la industria alimentaria, los conflictos de interés en el sector científico y político o la falta de rigor en la prensa son algunos de los más importantes.

Ante este panorama la ciencia cobra una importancia crucial, ya que se trata de una herramienta que nos permite tratar de conocer el mundo que nos rodea, ofreciendo respuestas objetivas, universales y verificables. Sin embargo, esas respuestas no siempre llegan al gran público, bien porque no son comunicadas por parte de la comunidad científica, o bien, porque el mensaje se distorsiona por el camino.

Es aquí donde el papel de la divulgación científica juega un papel fundamental. Esta debe consistir, no sólo en transmitir a la población los resultados de las investigaciones de forma comprensible, sino también en acercar los conocimientos científicos más básicos. Además, debe fomentar el pensamiento crítico, una herramienta fundamental para tratar de discernir la información rigurosa de la que no lo es. Esto no solo es importante para la población general, sino también para los profesionales del campo de la alimentación.

Todo esto es lo que trato de hacer a través de esta web y de los organismos e instituciones con las que colaboro o he colaborado en el pasado, entre las que se encuentran algunas de las siguientes.

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