Diez años han pasado ya desde que un buen día me senté frente al ordenador para comenzar este blog y, con ello, mi andadura en el mundo de la divulgación. Inicié este viaje sin muchas pretensiones y sin sospechar que me iba a llevar a lugares que jamás hubiera imaginado. Y lo sigue haciendo. ¡En este artículo lo celebramos!
El principio del camino
Muchas personas me han preguntado qué fue lo que me llevó a escribir este blog. Lo he contado brevemente en varias ocasiones, pero creo que esta vez merece la pena extenderse un poco más. La verdad es que no fue una sola cosa lo que me impulsó a hacerlo, sino varias.
En primer lugar, en el año 2010 mi vida cambio drásticamente en algunos aspectos: acababa de finalizar mi doctorado y estaba en la Universidad de Salamanca haciendo investigación e impartiendo clase, pero por diversas circunstancias decidí dejar la universidad y mudarme a Gijón. En ese periodo de «pausa» en mi carrera laboral me propuse comenzar a escribir un blog como forma de refrescar mis conocimientos y de adquirir otros nuevos. Recuerdo que cuando empecé tenía la sensación de que podría publicar infinidad de artículos con todo lo que (creía que) sabía. Pero me llevé una sorpresa porque enseguida me di cuenta de que no era así. En cuanto profundizaba un poco en algún tema me encontraba con la sensación de no saber nada en absoluto acerca de nada en concreto. Así que me tocaba buscar, rebuscar, leer… y aprender. Es decir, en este aspecto el blog ha cumplido (y sigue cumpliendo) uno de los objetivos que me propuse: el de aprender.
No solo quería aprender para mantenerme activo y no oxidarme de cara al mercado laboral (por aquel entonces mi futuro era incierto), sino también por el mero placer de hacerlo. Siempre me ha gustado conocer cosas nuevas, especialmente si tienen que ver con la ciencia de lo cotidiano… y pocas cosas hay más cotidianas que los alimentos que comemos.
Otra cosa que siempre me ha gustado es compartir esos conocimientos. Estoy convencido de que si a mí me gusta tanto aprenderlos, a otras personas también les llamarán la atención. Este fue precisamente otro de los motivos que me llevaron a comenzar el blog: enseñar. Y de paso, devolver a la sociedad parte de lo que me había dado a través de la educación pública.
Pero lo que finalmente me decidió a comenzar el blog fue una conversación con mis amigos en la que surgieron varios mitos alimentarios. No era la primera vez que me tocaba explicar y desmontar este tipo de mitos, ni mucho menos. De hecho, estaba ya un poco cansado de tener que hacerlo una y otra vez, así que decidí recopilarlo todo en un blog para que todo el mundo pudiera conocer esas explicaciones.
Una de las cosas que más me llamaban la atención es que esos mitos fueran aceptados a pies juntillas por tantas personas, y sobre todo por muchas que tenían un nivel alto de estudios. Por eso otro de mis objetivos con el blog era (y es) el de fomentar el pensamiento crítico.
En definitiva, la idea inicial era la de combatir mitos, bulos y engaños que podían poner en riesgo la salud y el bolsillo de muchas personas. Uno de ellos, muy extendido en la década de 1980, es precisamente el que da nombre al blog, que aseguraba que las gominolas estaban hechas con petróleo, pero nada más lejos de la realidad. Lo cierto es que se elaboran con gelatina.
¿Por qué un blog?
Tradicionalmente los blogs habían sido utilizados sobre todo como diario personal, por ejemplo, para recopilar artículos sobre viajes, reflexiones, etc. O al menos así lo percibía yo, hasta que fui conociendo y consumiendo con asiduidad buenos ejemplos de bitácoras centradas en la divulgación de diversos temas. Por mencionar un puñado de ellos, a bote pronto recuerdo algunos como El blog del búho, La pizarra de Yuri, Fogonazos, El Tamiz, La aldea irreductible… (algunos de ellos activos aún a día de hoy). También sobre alimentos había buenos ejemplos, como La margarita se agita y El blog de Bertus.
Es decir, hablamos de un contexto en el que había mucha actividad bloguera porque los blogs eran (y son) una herramienta muy accesible, muy sencilla y con un enorme potencial como medio de comunicación, en este caso para hacer divulgación. Por eso fue el medio que elegí. Y no fui el único. Por aquellos años los blogs divulgativos vivieron una época dorada. En esas fechas surgieron infinidad de ellos, sobradamente conocidos, entre los cuales se encuentran algunos como: Scientia, Dime qué comes, Mi dieta cojea, Ese punto azul pálido, Lo que dice la ciencia para adelgazar, El nutricionista de la general, Mati y sus matiaventuras, JM Mulet, etc.
La evolución del blog
En un principio la tarea de escribir el blog me la planteé como algo muy sencillo. Escribía artículos breves, con una frecuencia semanal, publicando los viernes por la tarde para que las personas a las que les interesara (si es que había alguna), lo leyeran con calma en su tiempo de ocio. Pero cuanto más escribía, más gusto le iba cogiendo. Iba tirando de hilos que me llevaban a otros hilos… y así los artículos pasaron de ser breves a convertirse casi en monográficos de unas 5.000 palabras. Obviamente eso me llevaba mucho más tiempo, así que no me era posible publicar una vez a la semana, de modo que trataba de hacerlo una vez cada quince días. Luego la frecuencia de publicaciones fue decayendo, debido sobre todo a dos motivos. Uno de ellos es que en estos diez años he tenido dos hijas, así que mi tiempo disponible para escribir se vio reducido (sobre todo durante sus primeros años de vida). El segundo motivo es el protagonismo que han ganado las redes sociales en detrimento de los blogs. En 2010 el mundo digital era muy diferente. Por ejemplo, las funcionalidades de los teléfonos móviles eran mucho más limitadas y la oferta de redes sociales mucho más escasa. Sin embargo, con el desarrollo de la tecnología, hoy en día disponemos de teléfonos muy potentes desde los cuales podemos acceder a infinidad de redes sociales (Twitter, Instagram, Facebook, TikTok, Twitch, YouTube…). Eso ha cambiado drásticamente el modo en que nos comunicamos y en el que nos informamos: por lo general preferimos píldoras de información de consumo rápido. Leemos titulares, en lugar de artículos, y si leemos artículos, los preferimos breves en lugar de extensos. Además, si queremos dar nuestra opinión preferimos hacerlo en una red social en lugar de dejar un comentario en un blog. En cualquier caso, los blogs no han muerto (tampoco este, que intentaré retomar en breve). Todavía hay muchas personas que los leen, algo que no está reñido con el uso de redes sociales ni con el consumo rápido de información en determinadas ocasiones.
Diez años dan para mucho
La divulgación científica no se inventó ayer. Basta fijarnos por ejemplo en la labor de Carl Sagan o de Félix Rodríguez de la Fuente. Sin embargo en los últimos años la oferta se ha multiplicado infinitamente, gracias al trabajo de muchas personas que se dedican a ello y gracias también a las herramientas de las que disponemos para emitir y recibir esa información, y más concretamente, gracias a las redes sociales. Podríamos decir sin lugar a dudas que la divulgación científica vive una época dorada. Hay eventos presenciales, como Naukas, a los que asisten dos mil personas por sesión, youtubers que hablan de temas tan aparentemente arduos como matemáticas o física que tienen millones de seguidores y divulgadores que tienen espacios destacados en la televisión.
En el campo de la alimentación la evolución ha sido muy notoria. Hace diez años, cuando un periodista quería escribir sobre este tema, generalmente acudía a profesionales más relacionados con la medicina que con la dietética y la nutrición. Y de la ciencia y la tecnología de los alimentos ya ni hablamos, porque era una carrera mucho menos conocida que hoy en día. Por eso me llevé una enorme sorpresa cuando en el año 2012 encontré una amplia referencia a este blog en uno de los periódicos más conocidos de España. Y no digamos ya cuando recibí un correo del equipo de Salvados, el que por aquel entonces era uno de los programas más vistos de la televisión.
Por aquel entonces la forma de hacer divulgación era muy diferente a la de hoy en día. Por ejemplo, yo escribía bajo pseudónimo porque pensaba que era la mejor forma de poder escribir con total libertad. Además, la comunicación en las redes sociales era mucho más distante. Pero sin duda lo que más ha cambiado es el papel de la divulgación en la sociedad. Se ha popularizado hasta el punto de que muchos divulgadores se han convertido en referentes sociales y la divulgación se ha convertido en una actividad profesional en sí misma. Ahora muchos periodistas acuden directamente a profesionales de la divulgación para hacerles consultas sobre los campos que dominan, también en el campo de la dietética y la nutrición y de la ciencia y la tecnología de los alimentos, que en parte han sido dadas a conocer al gran público gracias a esa actividad divulgadora.
Me gustaría hacer un repaso detallado de algunas de las innumerables cosas maravillosas que me ha aportado este blog a lo largo de estos diez años, pero no quiero extenderme demasiado, así que me limitaré a mencionar algunas de las que me parecen más destacables. Por ejemplo, me ha permitido concienciar a parte de la sociedad para tratar de mejorar algunos aspectos relacionados con la alimentación, tanto desde el punto de vista personal (mejorar la dieta, elegir mejor los alimentos, evitar engaños, etc.), como en lo que respecta a la industria alimentaria, la legislación y la política (por ejemplo, corregir malas prácticas publicitarias). El blog también ha servido para dar a conocer la ciencia y la tecnología de los alimentos, hasta el punto de llegar a motivar a algunas personas a estudiar esta preciosa carrera. También me ha llevado a convertir mi labor divulgativa en un medio de vida, de modo que tengo el privilegio de colaborar con diferentes medios de comunicación y he tenido el enorme placer de publicar un libro con el que estoy muy contento. No puedo olvidar además que el blog me ha permitido conocer a grandes personas, entre ellas, grandes profesionales de la alimentación, de la divulgación y del periodismo, muchos de las cuales han contribuido a que hoy pueda estar escribiendo esto.
Muchas gracias por estar ahí.
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