En las localidades donde el frío es habitual, las personas están acostumbradas a ciertos hábitos: proteger el parabrisas del coche para no tener que rascar el hielo por la mañana, vestir con más capas que una cebolla o incluso proteger las tuberías para que el hielo no las inutilice. En esos lugares no sorprende encontrar grumos blancos en el aceite de oliva porque es un fenómeno que ocurre de forma habitual con las bajas temperaturas. Sin embargo, en las regiones donde no suele hacer frío esto no es tan conocido, así que causa asombro y preocupación. No hay nada que temer, porque no afecta a la calidad ni a la seguridad del aceite y puede revertirse calentándolo ligeramente. Te lo explicamos. (Seguir leyendo en Consumer)
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