Tenemos un problema gravísimo con los bulos y la desinformación que afecta a muchos ámbitos fundamentales de nuestras vidas: alimentación, salud, política…
Es urgente combatirlo. Pero también es tremendamente difícil, por motivos diversos y numerosos (legales, económicos, éticos, políticos, técnicos, etc.).
Por ejemplo, hace años que se está exigiendo a los responsables de las principales redes sociales que establezcan algún tipo de control para frenar la difusión de bulos. Pero, lejos de tomar medidas, la mayoría lo potencian porque vender mentiras, miedo, odio y desconfianza les sale muy rentable a diferentes niveles, tanto económico, como político.
Con este panorama, la solución más sencilla pasa por educar, informar y advertir a quienes están expuestos a esos bulos (o sea, a prácticamente toda la población) para que mantengamos una actitud crítica y nos cuestionemos si lo que nos llega es cierto o no. Lo cual no significa que haya que poner en duda la realidad y comenzar a creer en chemtrails, plandemias, vacunas con chips, control mental con 5G y demás teorías de la conspiración, a cada cual más delirante.
Con cada crisis se agrava la situación. Lo vimos durante la pandemia y lo estamos viendo en estos días, en los que muchos desaprensivos están tratando de sacar tajada (económica y política).
Pero también lo vemos en el día a día con todo tipo de temas, entre ellos la alimentación, como ya he mencionado. ¿Por qué un personaje random que hace un vídeo sin pies ni cabeza difundiendo los supuestos peligros de un aditivo o los presuntos milagros de un alimento «anticáncer» puede llegar a tener cientos de miles de visualizaciones y de seguidores? Entre otras cosas porque nos dice lo que queremos oír. Apela a nuestros prejuicios, creencias y sentimientos. Es inmediato. Instintivo.
El razonamiento, las evidencias científicas, el rigor… todo eso llega mucho menos. Es menos inmediato. Más difícil de transmitir. No remueve sentimientos viscerales.
Mucho cuidado porque los bulos pueden hacernos abrazar a quienes nos perjudican y rechazar a quienes nos pretenden ayudar.
Como regla general: si algo es tan burdo que parece mentira, probablemente lo sea.
Tienes queiniciar sesión para publicar un comentario.