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¿Por qué tiramos tantos alimentos?

¿Por qué tiramos tantos alimentos? 400 283 Miguel A. Lurueña
En los últimos meses ha aumentado notablemente la preocupación social acerca de la cantidad de alimentos que se desperdician. De hecho, en los medios de comunicación aparecen casi a diario noticias relacionadas con este tema, lo que quizá te haya llevado a plantearte algunas preguntas: ¿realmente se desperdician tantos alimentos como se dice? Si es así, ¿a qué se debe? ¿Cómo se podría evitar el despilfarro de alimentos?

¿Cómo se podría evitar el desperdicio de alimentos? (Fuente)

El contexto

En mi opinión, para entender la creciente preocupación por el despilfarro de alimentos, es necesario señalar dos importantes factores estrechamente relacionados: 

– el primero de ellos es el temor a que se repita una crisis alimentaria mundial, como la que se produjo durante los años 2007 y 2008, cuando una escalada en los precios de las materias primas agrícolas provocó un fuerte incremento del precio de los alimentos, lo que desencadenó hambrunas, inestabilidad política y disturbios sociales en varios países (especialmente en Malaui, Zambia y Zimbabue). Muchos señalan a los especuladores financieros como los principales responsables de esta escalada de precios, aunque el asunto no es tan simple. Según se recoge en un informe de la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) y en distintos medios, esta subida de los precios se debió a una combinación de factores: la especulación financiera que acabamos de mencionar, malas cosechas en varias partes del mundo debido a perturbaciones del
clima, bajos niveles de reserva de alimentos, aumento del consumo de
China e India, aumento demográfico mundial, aumento del precio del
petróleo y del consumo de biodiésel y cambios en la economía global.

En esta gráfica puedes ver (haz click para ampliar) la drástica subida de precios que sufrieron los alimentos en dos periodos concretos: el primero de ellos dio comienzo a principios de 2007, alcanzando valores máximos a mediados de 2008; mientras que el segundo periodo, comenzó a mediados de 2010, cuando los precios llegaron a aumentar un 40% con respecto al mismo periodo del año anterior. (Fuente)


– el segundo factor, es la crisis económica en la que estamos inmersos y que, como sabrás, está dejando a muchas personas en una situación muy precaria (por decirlo suavemente). Para que te hagas una idea, en España durante el pasado año 2012, el Banco de Alimentos atendió a un millón y medio de personas, más del doble que en el año 2008.
En este mapa puedes ver la situación económica de los países del mundo entre 2007 y 2009 (haz click para ampliar). Los tonos rojos indican recesión (tonos oscuros) o desaceleración económica (tonos claros), mientras que los azules representan aceleración económica. (Fuente)

Ahora que nos hemos situado, veamos si encontramos respuesta a las preguntas que nos hacíamos al principio de este artículo.

Las cifras

En las últimas semanas un estudio sobre el desperdicio de alimentos publicado por la Institución de Ingenieros Mecánicos del Reino Unido (IMechE) ha llenado espacios en muchos medios de comunicación. En él se afirma que cada año se despilfarran en el mundo entre 1200 y 2000 millones de toneladas de comida, lo que supone entre un tercio y la mitad de la totalidad de los alimentos que se producen (unos 4000 millones de toneladas). A muchas personas estos datos les cogen por sorpresa, e incluso algunas los ponen en duda, pero lo cierto es que estas cifras coinciden con las que aparecen en infinidad estudios publicados anteriormente por otras instituciones, como el NRDC (en el año 2012), la FAO (en 2011), y la Comisión Europea (en 2006). Este último informe indica que la cantidad de alimentos que se desperdicia en la Unión Europea es de 89 millones de toneladas al año (de los cuales 8 millones de toneladas corresponden a España), lo que supone unos 179 kilogramos por habitante y año. Como puedes imaginar, estos valores varían significativamente en función del nivel de desarrollo de cada país, de manera que la cantidad de desperdicios es mucho mayor en los países industrializados que en los países menos desarrollados (hasta diez veces más).
A nivel mundial el desperdicio de alimentos se produce a lo largo de toda la cadena alimentaria, aunque destacan especialmente dos elementos: la industria (39%) y el consumidor (42%). ¿Qué representa eso para el consumidor? Según el estudio de la Comisión Europea, el consumidor europeo desperdicia de media unos 76 kilogramos de comida al año (un poco más de 200 gramos al día). Ahora bien, si tenemos en cuenta los datos concretos para España, según un estudio publicado por la Confederación Española de Cooperativas de Consumidores y Usuarios en diciembre de 2012, cada consumidor español desperdicia 32 kg de alimentos al año (unos 0,565 kg por semana). (Datos actualizados el 26/01/2013).

Por otra parte, en los últimos meses se ha hablado mucho sobre el desperdicio de alimentos que se produce en supermercados y grandes superficies, pero como puedes ver en la siguiente gráfica, éste sólo representa un 5% sobre el total (lo que por supuesto no quiere decir que se le deba restar importancia, o que no se deban adoptar medidas correctoras):

En esta gráfica mohosa puedes ver el porcentaje de alimentos que se desperdicia en diferentes sectores de la cadena alimentaria: industria (39%), distribución y venta (5%), restauración (14%), consumidor (42%). (Fuentes: datos, imagen)

¿Qué alimentos son los que más se desperdician? Si tenemos en cuenta la totalidad de alimentos producidos, los que más se desperdician a lo largo de la cadena alimentaria son los vegetales (frutas, verduras, hortalizas y tubérculos), con un porcentaje de un 40%. Por otra parte, si consideramos cada grupo de alimentos por separado, las cantidades desperdiciadas son las siguientes (los rangos son tan amplios porque están tomados de diferentes países):
  • Cereales: 12-39%
  • Legumbres y oleaginosas: 18-29%
  • Raíces y tubérculos: 33-60%
  • Frutas y hortalizas: 37-55%
  • Carne: 20-27%
  • Pescado y marisco: 30-50%
  • Leche: 11-25%
  • Huevos: 12-20%
Con tanto derroche de alimentos, puede dar la impresión de que todo el mundo está saciado. Pero como sabrás, no es así, ni mucho menos. Según el Informe Mundial sobre Desastres 2011 de la Cruz Roja, lo que sucede en el planeta es que mientras 1500 millones de personas tienen sobrepeso, 925 millones padecen hambre crónica (en la Unión Europea, 79 millones de personas están por debajo del umbral de la pobreza). Por otra parte, debes tener en cuenta que la población mundial, que superó los 7000 millones de personas en 2011, aumenta a un ritmo vertiginoso, de manera que la ONU calcula que puede alcanzar los 9500 millones para el año 2075. Esto significa que, si todo sigue por el mismo camino, los problemas de hambre y desperdicio de alimentos (paradoja más propia de una película apocalíptica) serán cada vez más graves.

El problema

Además de las cuestiones éticas que plantea el hecho de tirar comida cuando con ella se podría alimentar a personas que pasan hambre (aunque, como veremos más adelante, esto no siempre es posible), el despilfarro de alimentos tiene otras implicaciones. Quizá no te hayas parado a pensarlo, pero desperdiciar alimentos supone una enorme pérdida de recursos, como los que se emplean en su producción y comercialización (agua, combustible, electricidad, abonos, pesticidas, pienso, etc.) y genera una serie de residuos, con todo lo que ello implica (pérdida de más recursos para su tratamiento, deterioro del medio ambiente, etc.). Por otra parte, también hay que considerar la pérdida de tiempo, dinero y mano de obra, entre otras cosas.

Esta imagen tan cruda corresponde a un cartel de la Primera Guerra Mundial, en el que se puede leer: «¡No desperdicies comida mientras otros mueren de hambre!». (Fuente)
Como puedes imaginar, cuanto más avanzado se encuentre el alimento en la cadena alimentaria (producción primaria→transformación→distribución→venta→consumidor),
más recursos habrá consumido. Eso significa que es al final de la
cadena cuando más valor tiene (no sólo económico), algo de lo que
debemos tomar conciencia como consumidores. Más aún cuando somos los principales responsables del desperdicio de alimentos (recuerda el desperdicio por parte de los consumidores se estima en un 42%). 



Las causas

Para poder reducir el desperdicio de alimentos, primero debemos conocer cuáles son sus causas. Algunas de las que señalan los numerosos estudios que se han realizado acerca de este asunto, son las siguientes:

Industria

Como ya hemos visto, el desperdicio de la industria supone un 39% sobre el total. En este grupo se incluye tanto la producción primaria (agricultura, ganadería, pesca), como la industria transformadora (industria láctea, conservera, cárnica, etc.).

En el sector primario, podemos destacar las siguientes causas:

Condiciones de almacenamiento. En países poco desarrollados, las malas condiciones de almacenamiento (deficientes condiciones de temperatura y humedad, ataques de roedores, parásitos y hongos) provocan el deterioro de cereales y otros vegetales, que lógicamente, no pueden ser destinados al consumo y deben ser desechados.

Para almacenar cereales es fundamental controlar la humedad y la temperatura. (Fuente)



Estándares de calidad. Esta es una de las causas más importantes a tener en cuenta en los países desarrollados, especialmente cuando se habla del desperdicio de vegetales (principalmente frutas, verduras, hortalizas y tubérculos). Supongo que sabes de qué estamos hablando, porque se ha debatido mucho sobre ello, pero, por si acaso, lo explicaremos brevemente. La legislación indica que algunas de las frutas, verduras, hortalizas y tubérculos que se cultivan (por ejemplo las manzanas, las naranjas, las lechugas, las patatas, etc.) deben clasificarse en diferentes categorías comerciales (normalmente extra, primera y segunda) según unos criterios específicos para cada producto (algunos de ellos suelen ser: forma, calibre, lesiones, defectos, manchas, roturas, etc.). La cuestión es que muchas de las empresas que compran estas frutas y hortalizas (hipermercados, supermercados, grandes cadenas de restauración, etc.) habitualmente rechazan las de categoría inferior, que suelen acabar engrosando las estadísticas de desperdicios. Así contado, parece que el malo de la película es el gran comprador que rechaza las categorías inferiores, pero ¿te has preguntado por qué hace eso? Podríamos exponer unas cuantas razones, como por ejemplo la de mantener una buena imagen corporativa, pero el principal motivo es que el consumidor demanda productos con buen aspecto. Debes saber que el aspecto de las frutas, verduras y hortalizas de las diferentes categorías no influye necesariamente sobre el resto de sus propiedades organolépticas (aunque también hay que decir que a veces puede ser un incidador; por ejemplo el color verde puede indicarnos poca madurez). Dicho de otro modo, puede estar tan rica una naranja de categoría extra, como otra de categoría II. 
Excedentes de producción. Otra de las causas principales del desperdicio de alimentos en los países desarrollados se relaciona directamente con la relación entre la oferta y la demanda, las políticas económicas y el desarrollo de la economía en general. En ocasiones, los bajos precios que alcanzan los productos primarios en el mercado, bien sea por la relación oferta/demanda, o por otros factores económicos, hacen que no sea rentable su explotación. También se dan casos en los que se superan las cuotas de producción, como ocurre en
la Unión Europea con productos regulados por la PAC, como la leche y el azúcar, de modo que
los excedentes no pueden ser comercializados. Cuando es posible, estos excedentes son donados a personas sin recursos. En caso de no ser así, acaban engrosando las estadísticas de desperdicios.
Entre las principales causas que provocan el desperdicio de alimentos que se produce en la industria transformadora podemos destacar las siguientes:
– Pérdidas durante la elaboración. Durante la transformación de las materias primas en productos terminados, es habitual que se produzcan una serie de pérdidas debidas a distintas causas, como mermas, roturas, etc. Por ejemplo, imagina que hablamos de una fábrica de patatas fritas. Una de las pérdidas puede producirse al pelar las patatas: si no ajustamos adecuadamente las peladoras, junto a la piel podemos perder una cantidad importante de producto. Quizá las pérdidas que se producen en una patata no sean significativas, pero piensa en la cantidad de unidades que se pueden llegar a procesar en una industria…

Las patatas de nuestro ejemplo. (Fuente)

– Errores de fabricación. Imagina ahora que las patatas de nuestro ejemplo permanecen en la freidora durante más tiempo del debido, o que el aceite está más caliente de lo que debería estar…Al final obtendremos un producto que no se podrá comercializar y que habrá que desechar.

– Estándares de calidad. Si la materia prima o el producto transformado no se ajusta a los estándares de calidad de la empresa, probablemente será desechado. Siguiendo con nuestro ejemplo, imagina que parte de las patatas que adquiere la empresa son de un calibre demasiado pequeño comparado con sus estándares de calidad, o que el color de las patatas una vez fritas, es demasiado oscuro. En cualquiera de esos casos es muy probable que la empresa deseche el producto.
– Almacenamiento inadecuado. Como puedes suponer, si las materias primas o el producto transformado no se almacenan de forma adecuada, se acabarán deteriorando y habrá de desecharlos.
– Mala planificación. Como sucede en cualquier hogar, si la planificación no es adecuada, pueden producirse deterioros de los productos. Por ejemplo, si la industria de nuestro ejemplo fabrica muchas más patatas de las que es capaz de vender a los minoristas antes de que se cumpla su fecha de consumo, o si compra más patatas de las que es capaz de procesar antes de que se deterioren.
– Envasado inadecuado. Si las patatas fritas de nuestro ejemplo no se introducen en un envase adecuado, se deteriorarán con mayor rapidez. Por ejemplo, si la bolsa es transparente, el producto se pondrá rancio con facilidad (en otra ocasión hablaremos sobre ello con detenimiento). Por otra parte, muchas empresas no diversifican el tamaño de los envases en función del perfil de los consumidores: personas que viven solas, parejas, etc.

 

Distribución y venta

El desperdicio de alimentos durante las fases de transporte y comercialización se debe principalmente a las causas que puedes leer a continuación:

– Infraestructuras y transporte deficientes.  ¿Imaginas lo que pasaría si, por ejemplo, transportáramos helados a Sevilla en el mes de agosto utilizando un camión con un sistema de refrigeración defectuoso?

– Almacenamiento inadecuado. El mayor desperdicio que se produce en los comercios es el de alimentos frescos de origen vegetal (frutas, verduras, hortalizas y tubérculos), que supone un 55% sobre el total de los alimentos que se tiran en estos establecimientos. Esta pérdida se debe principalmente a temperaturas inadecuadas de almacenamiento (demasiado calor o demasiado frío).
Este es uno de los alimentos que suelen almacenarse a una temperatura inadecuada. (Fuente)
– Mala planificación. Otra de las causas que influyen enormemente sobre el desperdicio de alimentos en estos establecimientos es una mala planificación. En muchas ocasiones se compran más alimentos de los que se pueden vender antes de su deterioro o de su fecha de caducidad. Como puedes imaginar, no siempre es fácil acertar al hacer previsiones para compras de volúmenes tan grandes.
– Estrategias de márketing. Por último, otra causa que podemos destacar es una mala estrategia de márketing. Por ejemplo, colocar alimentos que no se venden bien en zonas poco accesibles, diseñar un programa de ofertas en los que no se incluyan alimentos difíciles de vender, etc. También habría que señalar que en este sentido lo que consigue a veces una estrategia de márketing es simplemente «pasarle la pelota» al consumidor (aunque no siempre es el caso). Por ejemplo, si el supermercado (o incluso a la fábrica) tiene excedentes de macarrones, se publicita una oferta 3×2 para agotar existencias, de modo que finalmente suele ser el consumidor el que acaba despilfarrando esos excedentes.

Restauración

En los restaurantes y otros establecimientos de restauración colectiva, las principales causas que explican el desperdicio de alimentos son las siguientes:
– Falta de planificación. La falta de planificación, tanto a la hora de realizar las compras de alimentos, como a la hora de establecer los platos que van a componer la carta o los menús, acaba con muchos alimentos en la basura.
– Tamaño de las raciones. Quizá conozcas algún restaurante famoso por servir raciones tan grandes que nadie se las puede terminar. Como reclamo publicitario no está mal; como método infalible para desperdiciar alimentos, tampoco. Pero tampoco hace falta llegar a ejemplos extremos. La cuestión es que en muchos restaurantes se sirven raciones demasiado grandes, por lo que acaba sobrando comida que va a parar a la basura.
– Falta de concienciación. En general, no se tiene la percepción de que el despilfarro de los alimentos es un verdadero problema. Y lo es, no sólo por cuestiones éticas y de consumo de recursos, sino porque supone un enorme coste económico para el negocio. Para que te hagas una idea, se estima que un restaurante que sirva  unas 120 comidas al día, desperdicia 10 kilogramos de alimentos, lo que supone unos 9300 euros al año.
– Preferencias y gustos. Seguro que alguna vez has pedido un plato en un restaurante y no lo has comido porque no era lo que te esperabas… 

Consumidor

Llegamos por fin al factor que todos conocemos porque, en mayor o menor medida,  todos somos consumidores. ¿Se te ocurre alguna idea sobre las causas del despilfarro de alimentos por parte del consumidor? Según los estudios realizados al respecto, entre estas causas podemos destacar las siguientes:
– Falta de concienciación. Como mencionábamos antes, en general no somos conscientes de que el despilfarro de alimentos es un verdadero problema, ni de la enorme responsabilidad que tenemos sobre él. Del mismo modo, tampoco somos conscientes del poder que tenemos como consumidores. Por ejemplo,  como ya hemos mencionado, si un supermercado compra al agricultor solamente las naranjas con buen aspecto mientras el resto se pudren en el árbol, es simplemente porque el consumidor demanda naranjas con buen aspecto y rechaza las demás, independientemente de que estas últimas puedan incluso saber mejor que las primeras. Y es que compramos con los ojos, algo que saben muy bien las empresas de distribución.
– Falta de planificación. Las consecuencias de la falta de planificación son innumerables, pero todas suelen acabar igual: con la comida en la basura. Por ejemplo: vas al supermercado sin saber lo que necesitas comprar, compras más alimentos de los que necesitas o algunos que no vas a necesitar, cocinas más comida de la que vas a comer, no tienes previsto qué hacer con la comida que sobra o qué cocinar con los ingredientes sobrantes… 
– Confusión entre fecha de caducidad y fecha de consumo preferente. Como ya hemos mencionado anteriormente en este blog, muchas personas no conocen la diferencia entre estos dos conceptos, por lo que suelen desechar los alimentos cuando se cumple la fecha que aparece en el etiquetado, aunque se trate de la indicación de consumo preferente. Trataremos este tema más profundamente en un próximo artículo, porque es algo sobre lo que se ha hablado mucho últimamente y que despierta un gran interés.

– Falta de conocimiento. En ocasiones, el consumidor no tiene muy claro cómo conservar adecuadamente algunos alimentos, por lo que se acaban deteriorando con más rapidez. Por ejemplo, es un error frecuente almacenar en el frigorífico alimentos que estarían mejor fuera (como por ejemplo, los plátanos) y viceversa (como por ejemplo, las anchoas en semiconserva).
– Determinadas actitudes. Por ejemplo, la costumbre de almacenar comida en exceso (latas de conserva, leche, etc.) o la de servir grandes cantidades de comida en el plato, las compras compulsivas (como las ofertas 3×2, las compras que se realizan con el estómago vacío…), etc. Otra costumbre que genera despilfarro es la de comprar siempre los alimentos con la fecha de caducidad o de consumo preferente más lejana, aunque sepamos que los vamos a consumir mucho antes. Esto hace que los alimentos con fechas más próximas finalmente no se vendan.

Las soluciones

Ahora que conoces las principales causas que originan el enorme despilfarro de alimentos del que hablamos, seguro que se te ocurre más de una solución. En este sentido, la Comisión Europea y otros organismos como la FAO y la NDRC, proponen varias soluciones, entre las que se encuentran las siguientes:


Productores

  • Mejorar el envasado para prolongar la vida útil del alimento y diversificar los tamaños de los envases para ayudar a los consumidores a adquirir las cantidades que más se ajusten a sus necesidades.
  • Ofrecer más y mejor información al consumidor sobre la conservación y las características del alimento.

Distribución y venta

  • Evitar el almacenamiento prolongado de alimentos y reducir el volumen de productos en stock.
  • Realizar ofertas de última hora para intentar vender alimentos cercanos al fin de su vida últil.
  • Participar en programas de redistribución de alimentos, cuando no son comercializables pero sí aptos para el consumo. Como sabrás, sobre esto también se ha hablado mucho en los últimos meses. Debes tener en cuenta que, aunque estas colaboraciones son mejorables, no siempre es posible redistribuir alimentos, principalmente por problemas logísticos o de seguridad alimentaria.

Restaurantes

Hace unos días la Fundación Alicia presentó, junto con la Universidad Autónoma de Barcelona, una guía práctica con recomendaciones que permiten reducir el derroche de alimentos en el sector de la restauración. Entre ellas: fomentar las reservas previas, utilizar nombres abiertos de los platos a la hora de hacer los menús, usar preparaciones comodín para más de un plato y orientar al cliente hacia las recomendaciones del chef o hacia el plato especial del día como medida para ajustar el stock de alimentos a la oferta. Otras medidas que se proponen en esta publicación: organizar y etiquetar los stocks de alimentos, buscar y probar preparaciones con el material que se descarta habitualmente (como los restos de verduras y de carnes, o los huesos), hacer un seguimiento de la cantidad y del tipo de comida que sobra de las mesas o, incluso, cambiar la forma de cobrar el plato, mediante el cobro por peso. Una medida que, en mi opinión, merece mención especial, es la de ofrecer al cliente la posibilidad de llevarse a casa la comida sobrante. Esto es algo que en España aún no es habitual, porque sigue dando vergüenza a muchas personas, así que en este sentido, quizá deberían concienciarse tanto los profesionales de la restauración, como los clientes.

Consumidores

Con respecto a los consumidores, parte de las soluciones pasan por la concienciación del valor que tienen los alimentos y del problema que supone su desperdicio. Además, cada persona debería tomar conciencia de la responsabilidad y del poder que tiene como consumidor.
Por otra parte, desde la Comisión Europea se propone mejorar la educación en materia de alimentos y unificar la fechas de caducidad y de consumo preferente (en España se ha propuesto además prolongar esas fechas, algo de lo que hablaremos en el siguiente artículo). Además se ofrecen varias pautas a seguir, que se reflejan en este decálogo:
1. Planifique la compra: elabore un menú semanal teniendo en cuenta la comida que ya tiene en casa. (Aquí tienes una ayuda para ello).
2. Compruebe la fecha de caducidad.
3. Tenga en cuenta su presupuesto: tirar comida equivale a tirar dinero.
4. Mantenga el frigorífico en orden.
5. Almacene los alimentos siguiendo las instrucciones que figuran en el envase.
6. Vaya rotando los alimentos.
7. Sirva cantidades pequeñas de comida.
8. Aproveche los restos.
9. Congele los alimentos que se puedan estropear.
10. Convierta los residuos en abono para el jardín.

Conclusiones

  • El temor a que se repita una crisis alimentaria y la crisis económica en la que estamos inmersos han despertado la preocupación social por el despilfarro de alimentos.
  • Los alimentos que más se desperdician son los de origen vegetal (frutas, hortalizas, verduras y tubérculos), que suponen un 40% del total.
  • El despilfarro implica a todos los agentes de la cadena alimentaria, aunque la mayor cantidad se produce por parte de los productores de alimentos (39%) y del consumidor (42%).
  • El desperdicio de alimentos es un problema en sí mismo, pero además tiene otras implicaciones, como  las relacionadas con cuestiones éticas, la pérdida de recursos y el deterioro medioambiental.
  • Las causas del despilfarro son muchas y variadas, pero podríamos destacar algunas, como los excedentes de producción, los estándares de calidad, la mala planificación, la falta de concienciación o el desconocimiento del consumidor.
  • Existen muchas soluciones posibles para tratar de reducir el despilfarro de alimentos, pero todas pasan por la concienciación de todas y cada una de las personas implicadas en él.

A continuación puedes ver un reportaje sobre este tema:

Puedes ver otro reportaje aquí.

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Fuentes

50 comentarios
  • Vaya, me ha resultado tremendamente interesante este artículo: bien estructurado, información clara y concisa, tema de mucha importancia (aunque ahora se le dé más por la crisis, como bien comentas…).
    Además, algo que me encanta (sí, es deformación profesional) es que tienes una redacción perfecta y 0 faltas de ortografía =)
    Una vez más, ¡gracias!

  • Realmente impresionado con tu artículo. Es muy completo y está muy "currado", con un tema muy actual. Felicidades.

  • Me ha gustado mucho el artículo y solo querría apuntar una razón del despilfarro que no se muy bien cómo plantear formalmente: sería el "ansia viva", lo cual paso a explicar mediante un ejemplo.

    Todos hemos visto en buffets libres a personas haciendo montañas en los platos y dejando más de la mitad. Especialmente marcado me dejó el caso de un grupo de abueletes que en un hotel acabaron con una bandeja de pasteles nada más salir de la cocina y no dejaron coger nada a nadie más. La cuestión es que se marcharon a la vez que yo y de los 3-5 pasteles que habían cogido por persona solo se habían comido 1 (!!), echando luego desperdicios encima de los demás, como pueden ser palillos, servilletas, migas de pan… Ni aprovecharon, ni dejaron aprovechar. Nunca sabré si fue avaricia, estupidez, inconsciencia, mala uva o todo a la vez (con lo costoso que es fabricar pasteles en todos los sentidos).

    • Miguel A. Lurueña 18 de enero de 2013 at 19:07

      Tienes toda la razón. No he caído en la cuenta de mencionar ese asunto. Podríamos decir que es glotonería o gula, pero si ni siquiera lo comen…no sé si se podría llamar así. ¿Tendrá algún nombre específico esa actitud? Eso lo podríamos incluir entre las "determinadas actitudes del consumidor" que se mencionan en el artículo.

      Muchas gracias por tu apunte. Me alegro mucho de que te haya gustado el artículo.
      ¡Saludos!

    • Yo creo que es simplemente codicia. El ejemplo de Roberto me ha recordado algo que le pasó a mi hermano hace poco. Tras unas sesiones de formación de su trabajo, celebradas por la noche, ofrecieron a los participantes un pequeño refrigerio, pequeño de verdad, y a todas luces insuficiente para todos los asistentes. Como consecuencia, los machos y hembras alfa del grupo se abalanzaban sobre los platos nada más salir de la cocina. Pero después… daban un mordisco, los dejaban tal cual en la mesa, y se iban a beber. Mi hermano me contó que sacaron unos pequeños cuencos de sopa (pongamos que una docena de cuencos para cuarenta personas). Los primeros que los cogieron tomaron una cucharada y los dejaron en la mesa, sin tomar nada más, mientras que los que no habían podido cogerlos se quedaron mirando y pasando hambre. Para mí es un claro ejemplo de codicia sin sentido, de "yo tengo que ser el primero, yo tengo que tenerlo aunque realmente no lo quiera".

  • Muy bien estructurado el artículo, las fechas de consumo preferente y caducidad también tienen algo que ver, en breve serán cambiadas.

  • Impresionante artículo, gracias por haberlo publicado 🙂

  • En mi caso el desperdicio en los restaurantes, es porque espero otra cosa a lo que me dan, como dice el artículo. Pero joder, si pido un filete con patatas lo que espero encontrarme es un filete con patatas, no un filete con 3 patatas y una ensalasa con tomatitos, si quisiese una puta ensalada la hubiese pedido.

    Si se queda eso ahí es por darme lo que no he pedido, eso es más culpa del empresario que mía. ¿Por qué viene en la carta las patatas pero no viene la ensalada? A mi es algo que me toca mucho las pelotas. Detesto a la gente incapaz de ser explicita. Me cabreo muchisimo porque en muchas ocasiones, por jugos, salsas o lo que sea, se me mezclan sabores que no me gusta o no me apetecen con los que realmente he pedido. ¿Qué les cuesta detallar un poco más los platos? ¿dos páginas más en cada carta del restaurante? Ten cudiado que inversión tan grande, se arruinarán.

  • Creo que el principal problema es sistémico. En un sistema capitalista los que necesitan algo pero no pueden comprarlo no constituyen demanda y no entran al juego de oferta vs demanda. Esto explica que países pobres pero grandes productores de alimentos terminen exportándolos a los países más desarrollados (cuyos mercados tienen exceso de alimentos y los desperdician), en vez de dedicarlos al necesitado mercado interior.

    • Miguel A. Lurueña 21 de enero de 2013 at 23:22

      Puede que el sistema económico influya en mayor o menor medida, pero no creo que lo haga en el sentido que indicas. Los países ricos producen por encima de lo que consumen, y eso sin contar con lo que importan de esos países pobres que mencionas.

      Por otra parte, en los países pobres también se desperdician alimentos, aunque obviamente en mucha menor medida y por otras causas. Entre las más destacables, la falta de infraestructuras: malas condiciones de almacenamiento, transporte, etc.

      Si observamos las estadísticas, el mayor responsable del desperdicio de alimentos es el consumidor, pricipalmente porque no los valora suficientemente. En la mano de cada uno está la posibilidad de que eso cambie.

      Saludos

  • Gran post, muchas gracias.

    Una sugerencia extra para los restaurantes: ¿no podrían hacer como en las películas, que se llevan las sobras de la cena envueltas? Ni siquiera haría falta que tenga forma de cisne :-p

  • Es super interesantes este artículo… Si cada uno de nosotros pusiese su granito de arena para desperdiciar menos comida, al final el ahorro sería brutal!

  • Muy interesante y esclarecedor, es increíble lo detallado, claro y extenso que es. Vaya curro te has pegao!

  • Muy buen artículo, ¡una vez más te has lucido Papyrus!

    Precisamente hace unos días debatíamos este tema un compañero y yo, y después de una buena charla llegamos a alguna conclusión como la que te expongo ahora, a ver qué te parece:
    Lo primero es que tanto a este amigo como a mi, nos sorprendió el dato tan alarmante en torno al 40% de desperdicio de alimentos por parte del consumidor final, que se menciona tanto en la prensa como aquí en tu artículo, eso nos llevó a pensar un momento en la relevancia de ese dato, y aquí las cuestiones: ¿qué engloba exactamente a ese 42%? ¿cómo se mide? ¿este porcentaje incluye las partes comestibles y no comestibles de los alimentos? como "no comestibles" me refiero a, por ejemplo, la cáscara del huevo, conchas de moluscos, pieles de naranjas… es decir, partes intrínsecas del producto alimentario que, si bien como dices algunas pueden aprovecharse como "compost", no se aprovechan como alimento propiamente dicho.

    ¡Un saludo!

    • Miguel A. Lurueña 24 de enero de 2013 at 01:36

      Hola Carlos,

      me alegro de que me hagas esa observación. Quizá debería haberlo dejado claro en el artículo, pero ya que lo mencionas, aprovecho para explicarlo aquí.

      Los datos de los estudios que aquí se mencionan, se refieren a alimentos o partes comestibles de alimentos que en algún momento acaban fuera de la cadena alimentaria, ya sea porque se tiran a la basura, o porque se utilizan para otros fines, como la alimentación animal, la producción de energía, etc. En definitiva, se trata de alimentos (o partes de los mismos) que no acaba comiendo el consumidor final.

      En este sentido, el estudio de la FAO (uno de los que se mencionan en el post), hace distinción entre 'food loss', que son las pérdidas de alimentos o de partes comestibles de alimentos durante la etapa productiva, y 'food waste', que son las pérdidas de alimentos listos para consumir, que se producen por parte de distribuidores, restauración y consumidores. Es decir, en ningún caso se tienen en cuenta las partes no comestibles, como cáscaras de huevo, conchas de moluscos, etc.

      ¿Qué engloba ese 42%? Indica que el 42% de los alimentos y partes comestibles de alimentos que acaban fuera de la cadena alimentaria corresponden al consumidor final. Ya sea porque se tiran a la basura, porque se utilizan para abonar jardines, para dar de comer a los animales, etc. Como puedes imaginar, este porcentaje engloba todo tipo de desperdicios de alimentos listos para consumir: la comida que caduca, la fruta que se pone mohosa, las sobras que quedan en el plato, el aceite que añadimos de más a la sartén, etc.

      Esa cifra del 42% figura en un estudio publicado en octubre de 2010 por la Comisión Europea, y se basa en datos obtenidos por EuroStat en 2006 a partir de encuestas, de datos facilitados por distintos organismos públicos y de estimaciones estadísticas, principalmente.

      Espero haberte aclarado las dudas.
      ¡Muchas gracias por tus halagos! Me alegro de que te haya gustado el artículo.
      Saludos

    • Miguel A. Lurueña 29 de enero de 2013 at 16:12

      Es importante añadir que en el estudio de la Comisión Europea también se contabilizaron como desperdicios las peladuras de frutas y los huesos de animales.

  • Excelente post, lo comparto en mi blogroll. Sigan con esta calidad!

  • Muchas gracias por el artículo, especialmente por las listas de pautas acerca de consumo responsable, las he encontrado especialmente útiles. Un saludo.

  • Excelente trabajo, hermano.
    A cambio mereces una de mis banderitas 😉
    http://goyotovar.es/?page_id=4173

  • Felicidades Papyrus, en los tiempos que corremos, este artículo puede aportar sentido común para un consumo responsable. Sobre el decálogo,añadiría (claro ya no sería decálogo)la educación de los hijos, tanto para comer "de todo" como en el consumo responsable.

    Gracias de nuevo

    • Miguel A. Lurueña 24 de enero de 2013 at 01:43

      Muchas gracias Joan.
      Me alegro mucho de que encuentres interesante el artículo.

      Desde luego, la educación de los hijos es fundamental en este sentido, pero en algunos casos habría que empezar primero por la educación de los padres…

      ¡Saludos!

  • El artículo está muy bien, pero hay algo que no me creo. Y es ese 42% que supuestamente tiramos los consumidores. ¿Alguien se puede imaginar una familia con padre, madre y dos hijos tirando el 42% de su cesta de la compra?. Yo desde luego no. Con la crisis galopante nadie se puede permitir el lujo de tirar a la basura 1000 ó 2000 euros cada año.

    Claro que si se empieza a contar como "tirar" las mondas de las naranjas o las peladuras de patatas y otras verduras ya cubres un poco. Pero no creo que se pueda decir que tirar las mondas de naranjas o peladuras de verduras sea desperdiciar.

    • Miguel A. Lurueña 26 de enero de 2013 at 02:23

      Creo que no has interpretado los datos correctamente. No significa que los consumidores tiren el 42% de su cesta de la compra, sino que de todos los alimentos que se desperdician (desde que se producen, se transportan, se transforman, se almacenan, se distribuyen… hasta que llegan al consumidor) el 42% corresponde a la comida que tiran todos los consumidores.

      Ese desperdicio supone que cada europeo tira de media unos 76 kilogramos de comida al año (unos 200 gramos de comida al día). En el caso concreto de España, el consumidor tira de media 32 kg de comida al año, lo que supone 0,565 kg de comida a la semana (80,71 gramos al día). (He actualizado el artículo para dejarlo más claro).

      Por otra parte, como decía en un comentario anterior, para la realización de estos estudios se tiene en cuenta el desperdicio de alimentos y partes comestibles de los mismos. Es decir, no se cuantifican desechos, como cáscaras de huevos, conchas de moluscos, etc.

      Muchas gracias por tu interés.
      Un saludo

  • Me ha gustado mucho el artículo, muy bien documentado y argumentado, se nota que sabes de lo que hablas. Muchas gracias por compartir esos conocimientos. Ayer escuché una tertulia sobre el tema en la que hablaba un político, un empresario y un alto cargo de consumo, pero a nadie con unos estudios como los tuyos que dieran razón de su conocimiento.
    Reconozco que busco la fruta más mona y creo que en ese sentido has cambiado mi percepción. Lo de pedir lo que queda en los platos es una opción muy buena, aunque con mi marido poco sobra en casa o fuera ;-).
    Me encanta tu blog, gracias.

  • Trabajé durante 2 años en un crucero… Ni os podéis imaginar la cantidad de comida que se desperdicia todos los días…Es vomitivo…
    Y no penséis que los manjares de los huéspedes van a parar a la tripulación…cada uno tiene su menú distinto.
    Excelente articulo, como siempre!

  • EXCELENTE BLOG, GRACIAS POR ENRRIQUECER MIS CONOCIMIENTOS.
    deberías hacer un blog relacionado con el tema de café, el título puede ser
    ¿QUE CANTIDAD DE CAFÉ HAY QUE CONSUMIR PARA NO DORMIR?

  • Muchas gracias Ana.
    La verdad es que el café es un tema que tengo pendiente. Tomo nota para escribir sobre ello en un futuro.
    Saludos

  • Realmente te felicito por tu post. Impresionante la cantidad de información que has colocado. Me imagino te deber haber llevado bastante tiempo escribirlo. Recientemente abrí un blog sobre ciencia y salud y estoy debatiéndome cuán largo deben ser los artículos. Les dejo el enlace de mi blog por si les interesa. Saludos.
    eduardosetti.wordpress.com

  • Pues nada, a quitarme el sombrero como siempre. 🙂

    Compartiendo…

  • Miguel Angel (CIRUXMAHA) 24 de noviembre de 2015 at 08:02

    Excelnte informacion. Hay que hacer conciencia.