El estudio realizado por la OCU consiste en una análisis comparativo de 47 leches enteras (con al menos un 3,5% de grasa) sometidas a tratamiento UHT. Los parámetros que se han tenido en cuenta aparecen como: etiquetado, extracto seco magro, grasa, proteínas, calcio, estabilizantes, tratamiento térmico, leche envejecida, furosina, higiene y degustación. Además se ha tenido en cuenta el precio. (Todos ellos están explicados de manera sencilla y didáctica en el artículo original).
Los resultados
Los resultados obtenidos en el estudio anterior, destacan por las notables diferencias encontradas entre las marcas de leche, de manera que la primera clasificada tiene una calificación de 80 puntos sobre 100, mientras que la última obtiene una puntuación de 10 sobre 100. Según la OCU, estas grandes diferencias no se observaron en un estudio similar que fue realizado hace diez años, donde además la puntuación media fue superior.
Entre los parámetros estudiados conviene hacer una aclaración, que es extensible a cualquier otro alimento: como es lógico, el primer requisito exigible a un alimento es que su calidad higiénico-sanitaria sea óptima, es decir, que su consumo no implique un riesgo para la salud. Es por eso que llama poderosamente la atención que 6 de las 47 marcas estudiadas presenten, según la OCU, una higiene deficiente, aunque, también según la organización, en ningún caso entrañan un riesgo sanitario.
El segundo requisito exigible a un alimento, en orden de importancia, es su calidad físico-química y nutricional, es decir, que su composición sea la que cabe esperar y esté declarada correctamente en el etiquetado, de manera que el consumidor sepa qué es lo que está comprando.
La legislación y los sistemas de control alimentario deberían asegurar estos dos requisitos. Ahora bien, la OCU no sólo critica a las marcas de leche por su baja calidad, sino que también critica la legislación vigente por ser menos exigente ahora que antes de la última reforma legislativa. Esto se entiende mejor con un ejemplo: la grasa. El contenido de grasa de la leche depende enormemente de varios factores, como la época del año, la raza de la vaca, el volumen de producción, la alimentación, etc. Así, para mantener una uniformidad en el producto, en la industria lechera se ajusta su concentración al nivel deseado. La legislación exige al menos un 3,5% de grasa en leche entera (cantidad muy baja según la OCU y también según mi opinión), de manera que algunas marcas ajustan la concentración a ese contenido mínimo, y otras ni tan siquiera llegan a alcanzarlo.
La polémica
El artículo publicado por la OCU ha recibido duras críticas por parte del sector lácteo. Concretamente, la Federación Nacional de Industrias Lácteas (FeNIL), que engloba a unas 80 empresas del sector, representando más del 95% de la producción nacional de productos lácteos, ha criticado la falta de información acerca de los métodos y criterios empleados por la OCU para la realización del estudio, debido a lo cual deslegitimó a la organización para emitir las conclusiones divulgadas.
Como respuesta a estas críticas, la OCU ha incluído un comunicado en el artículo, en el que se aclara cómo se hizo el estudio. Como cabía esperar, los análisis físico-químicos y microbiológicos se hicieron según indican los métodos oficiales. Además, se indica que los resultados se pusieron en conocimiento de los fabricantes el día 30 de marzo, y en conocimiento de la Administración el 21 de junio.
En una nota de prensa, la OCU critica la reacción de la Administración quien ha criticado el estudio sin haber contrastado mínimamente la información facilitada. La OCU habla de una postura demasiado complaciente con la industria.
Otras críticas que he podido leer en distintas redes sociales son las siguientes:
– llama poderosamente la atención que algunas marcas blancas presenten una mejor calificación que la marca fabricante que las envasa. Por ejemplo, Carrefour envasa leche de marcas peor calificadas, como Celta o Río. A esta crítica la OCU ha respondido remitiéndose a los resultados obtenidos en el laboratorio.
– algunas personas acusan a la OCU de no ser imparcial y beneficiar en sus estudios a algunas marcas de forma interesada. Desconozco por completo si esto es cierto, aunque lo dudo. Una de las cualidades más importantes tanto de la OCU como de otras figuras (prensa, científicos, etc.) es el rigor y la objetividad, ya que su credibilidad depende de ello. Personalmente, creo que los años de experiencia de esta organización respaldan este punto, aunque ello no quiere decir que haya que relajar el pensamiento crítico.
Desde mi punto de vista, otras críticas que se podrían hacer son las siguientes:
– no se especifica de qué modo se han interpretado los resultados. ¿Se hizo un análisis estadístico de los datos para conocer, entre otras cosas, si existían diferencias significativas?
– no se especifica cuál es el criterio para puntuar los diferentes parámetros
– se emplean términos demasiado vagos, como por ejemplo, «una higiene deficiente», aunque por otra parte, entiendo que la finalidad del artículo es llegar a todos los públicos, lo que explicaría que se omitan términos más técnicos y datos numéricos. Según la OCU, los datos obtenidos fueron recogidos en Hojas de Control y remitidos a los fabricantes.
– se comparan estos resultados con los de otro estudio realizado hace diez años, pero ¿los métodos empleados fueron los mismos? ¿los parámetros analizados fueron los mismos?
Conclusiones
Mis conclusiones personales son las siguientes:
– si los resultados obtenidos en el estudio son correctos, deberían mejorarse los sistemas de control y la industria debería tomar nota. Así mismo, la Administración debería tomar las medidas oportunas, instando a las industrias a cumplir con la legislación vigente e imponiendo sanciones en los casos que corresponda.
– si los resultados obtenidos no fueran correctos, la OCU vería comprometida su credibilidad, uno de sus mayores efectivos, que se ha labrado a lo largo de sus 36 años de experiencia. Entiendo que es consciente de la gran responsabilidad que entraña la publicación de un estudio como éste, lo que me lleva a pensar que han sido rigurosos a la hora de llevarlo a cabo. Por ello, la primera reacción del sector lácteo debería haber sido la de preguntarse si las industrias están haciendo algo mal en lugar de arremeter directamente contra el estudio. Por otra parte, aunque la experiencia es un aval, hay que mantener siempre un pensamiento crítico, lo que puede llevar a las industrias a dudar del estudio, siempre que se argumenten dudas razonables. Sin embargo, según la OCU, las industrias tenían conocimiento de los resultados desde el pasado 30 de marzo, por lo que han tenido tiempo para analizarlos e interpretarlos y ponerse en contacto con la organización. Supongo entonces que la sorpresa por su parte se debe, no a los resultados del estudio, sino a su publicación.
– independientemente de los resultados obtenidos, la legislación debería ser más exigente. Siguiendo con el ejemplo de la grasa, la cifra mínima exigida para la leche entera es demasiado baja (3,5%), y responde a la tendencia de la industria: se demandan animales con un gran volumen de producción lechera, lo que hace que haya una mayor producción (más cantidad), pero con una menor concentración de grasa y proteínas (menos calidad), ya que son factores que se relacionan de forma inversa.
Actualizaciones
10/04/2012
Según se muestra en este enlace: el juzgado de primera instancia número 2 de Madrid ha dado la razón a la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) en el pleito que contra ella interpuso en junio de 2011 la asociación que agrupa a los productores españoles de lácteos, Fenil (Federación Nacional de Industrias Lácteas), por la publicación de un reportaje en el que se denunciaba la caída de la calidad de la leche, y que denunciaba una «alarmante» falta de control y un severo empobrecimiento de sus cualidades nutricionales.
12/04/2012
La Federación Nacional de Industrias Lácteas (Fenil) recurrirá la sentencia dictada por el Juzgado de Primera Instancia número 2 de Madrid en la que se desestima la demanda presentada contra la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) por afirmar que la leche de hoy es peor que hace diez años. (Más información aquí)
13/06/2012
Un juez avala el informe de la OCU. (Más información aquí).
Como todo estudio estadístico tiene su 'trampa'. Una cosa es que pueda ser posible que las muestras puntuales analizadas sean correctas y otra cosa es que eso pueda extrapolarse a la generalidad. Hay aspectos como la cantidad de proteínas o de EST que no se pueden controlar tanto como la grasa y que pueden variar de manera importante entre estaciones.
Pero este estudio tiene un gran fallo. Como digo es posible que las medidas individuales de este estudio sean ciertas pero la extrapolación que se hace no tiene, cuando menos, demasiada buena pinta- puede sonar muy rotundo pero me explicaré.
En primer lugar leche envasada con la misma marca puede ser envasada en más de una fábrica distinta. Y en una misma fábrica se pueden envasar varias marcas. Hay marcas que solamente se envasan en una fábrica, marcas que sólo se envasan en factorías de una misma compañía y marcas que se envasan en factorías de distintas compañías. Y la leche que se envasa es la misma en la misma fábrica: es posible que haya dos máquinas envasadoras gemelas una al lado de otra envasando sendas marcas compartiendo esterilizador,, tanque regulador,…
Y visto este estudio es cuanto menos curioso que leches envasadas en una misma fábrica tengan supuestas calidades tan distintas. Es estadísticamente muy poco probable, si el estudio está bien hecho- con tamaños muestrales suficientes, analizados durante amplios períodos del año, etc.- que dos leches envasadas en una misma fábrica y sólo en una tengan valores tan diferentes cuando en la fábrica se envasan aleatoriamente.
Son tantas cosas…
Saludos.