Las etiquetas de los alimentos nos dan información valiosa, pero también nos pueden confundir. Por ello, antes de elegir un producto, debemos observar el alimento en su conjunto para considerar si es saludable (por ejemplo, un tomate) o insano (por ejemplo, unas galletas) porque a veces nos centramos tanto en la etiqueta que perdemos de vista el alimento en sí. Si estamos ante un producto envasado, es importante no dejarse guiar por la información accesoria (dibujos, reclamos, colores…) y leer con detenimiento tres aspectos: la denominación de venta, los ingredientes y la información nutricional. Tampoco hay que olvidarse de la duración (si tiene fecha de caducidad o consumo preferente), el peso y el origen. (Seguir leyendo en Consumer)
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