El aspecto de un alimento es una de sus características más importantes, ya que nos da una idea de lo que nos podemos encontrar. En el caso del jamón, nos fijamos en cuestiones como el color, el brillo, la cantidad de grasa y su localización. Así, si presenta un color burdeos brillante y tiene grasa infiltrada, podemos pensar que es un jamón que está suficientemente curado y es probable que proceda de un cerdo de raza ibérica. Otro de los atributos relacionados con el aspecto de este alimento es la presencia de pequeñas pintas de color blanco y de dimensiones variables, que pueden ir desde el tamaño de la cabeza de un alfiler hasta el de un grano de arroz. Estas manchas en el jamón suscitan numerosas preguntas y generan no pocos mitos. A continuación comentamos qué son, cómo y por qué se forman y si suponen un riesgo para la salud. (Seguir leyendo en Consumer)
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