Imaginemos por un momento que tenemos 18 años y vamos a estudiar a otra ciudad, a vivir de alquiler junto con otros compañeros de la misma edad que, como nosotros, no han pisado una cocina en la vida. ¿Qué podría salir mal? Hace unos días, las redes sociales se llenaron de imágenes de desastres alimentarios acontecidos en pisos de estudiantes. Toda una colección de horrores que ha causado repulsión y risas a partes iguales: huevos verdes, fresas con melena, lentejas con insectos, pizzas carbonizadas… El catálogo puede sonar tan terroríficamente divertido como una película de serie Z, salvo por un “pequeño” detalle: las implicaciones que algunos de esos alimentos (y de ciertas prácticas) pueden tener sobre la salud, algo que todavía muchas personas desconocen, en especial cuando no están familiarizadas con la alimentación. En las siguientes líneas explicamos las más comunes y damos algunas recomendaciones básicas al respecto.(Seguir leyendo en Consumer)
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