Los alimentos caseros pueden tener muchas virtudes, pero son menos seguros que los comerciales, ya que en el entorno doméstico no se aplican los controles que se llevan a cabo en la industria. Esto no significa que “casero” sea sinónimo de inseguro, pero es necesario tener en cuenta una serie de consideraciones para tratar de reducir los riesgos asociados al consumo de este tipo de productos. Un dato: en 1986 se registraron más de 6.000 casos de brucelosis en España, una enfermedad asociada sobre todo al consumo de leche cruda y queso fresco casero. Treinta años después, en 2016, el número de casos no llegó a 50. En otras palabras: no es cierto que antes “no pasara nada” por hacer ciertas cosas. Lo vemos con estos y otros productos como carnes, huevos, conservas y licores. (Seguir leyendo en Consumer)
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