Las conservas caseras mal elaboradas pueden provocar botulismo, una enfermedad poco frecuente pero potencialmente muy grave. Por eso, si vamos a elaborarlas, es fundamental saber cómo debemos hacerlo.
Hay épocas del año en las que se nos acumula tal cantidad de alimentos que no sabemos qué hacer con ellos. Es lo que ocurre por ejemplo a finales del verano con tomates, pimientos, calabacines, y muchos otros vegetales, sobre todo si tenemos un huerto. Para aprovechar toda esa comida y no tener que tirarla, lo que se suele hacer es elaborar conservas caseras: pisto, pimientos asados, salsa de tomate y un largo etcétera. Así, conseguiremos que esos alimentos se mantengan en buen estado durante varios meses y tendremos comida lista para consumir en cualquier época del año, incluso fuera de temporada.
Los pasos que se siguen habitualmente para elaborar conservas caseras consisten en lavar y cortar los alimentos, introducirlos en tarros junto con un líquido, que puede ser por ejemplo agua con sal o aceite, cerrar esos envases con una tapadera y calentarlos al baño María. Cuando ha transcurrido un tiempo suficiente, se sacan y se dejan enfriar boca abajo para comprobar que el cierre es hermético.
En principio la técnica parece sencilla. Por eso se transmite de boca en boca y de generación en generación desde hace décadas. Y por eso hay infinidad de artículos y vídeos en internet donde se anima a elaborar conservas caseras siguiendo estas instrucciones. El problema es que se suelen omitir algunos aspectos que son fundamentales para lograr que esas conservas sean seguras y no supongan un riesgo para nuestra salud.
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