Cuando se habla del cambio climático y su influencia en la alimentación se suele poner el foco sobre su efecto en la agricultura y la dificultad para disponer de alimentos. Pero este fenómeno también tiene un importante impacto sobre la inocuidad alimentaria, y eso puede poner en serio riesgo nuestra salud.
El cambio climático ya está aquí
Aún estamos en primavera, pero ya hemos sufrido temperaturas más propias del verano. Para hacernos una idea, la temperatura media registrada el pasado 21 de mayo en España superó el promedio normal de cualquier día del año, incluyendo los de pleno verano, y se han alcanzado ya cinco records de días cálidos. Esta es tan solo una pequeña muestra de que el cambio climático no es un fenómeno que vaya a comenzar en el futuro, sino que ya es una realidad de nuestro presente. Se prevé, eso sí, que continúe agravándose en los próximos años; por ejemplo, el Grupo Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC) estima que el incremento de la temperatura global será de entre 2ºC y 4,9ºC hacia finales de siglo.
Pero no se trata solo de que se registren temperaturas cada vez más altas. El cambio climático implica cambios en los patrones de temperaturas y precipitaciones y un aumento de la frecuencia de fenómenos extremos, como olas de calor, sequías, inundaciones y temporales invernales. Basta recordar la borrasca Filomena que azotó el centro y el noreste de la península en enero de 2021. O el episodio registrado recientemente en Denver (Estados Unidos), donde el termómetro pasó de 32ºC a -1ºC en apenas un día y medio.
Cambio climático y alimentación
Afortunadamente, en países como el nuestro, muchas personas tienen el privilegio de disfrutar de comodidades cotidianas que hacen la vida más fácil: si hace frío, basta con encender la calefacción y si hace calor, solo hay que poner el aire acondicionado. Por eso a veces se nos olvida que formamos parte de la naturaleza, y que los profundos cambios que trae consigo el cambio climático, no solo comprometerán la supervivencia de plantas e insectos de los que nunca hemos oído hablar, sino que también afectarán profundamente nuestra forma de vida, incluso aunque tengamos calefacción y aire acondicionado.
Podemos ver un claro ejemplo en la alimentación. Uno de esos privilegios de los que disfrutamos en nuestro entorno es el de tener acceso suficiente y estable a los alimentos: para disponer de ellos solo tenemos que ir a un supermercado. Además, podemos consumirlos sin temor a que vayan a intoxicarnos o a transmitirnos enfermedades, porque generalmente son seguros. Pero el cambio climático también puede tener un notable impacto sobre estos dos aspectos. Afecta directamente a la producción primaria, es decir, a la ganadería, la agricultura y la pesca, amenazando la disponibilidad de alimentos (lo que se conoce como seguridad alimentaria o food security, en inglés). Este impacto está bien estudiado y documentado, pero se ha dedicado mucha menos atención a las implicaciones del cambio climático sobre la inocuidad de los alimentos (que en castellano también se conoce como seguridad alimentaria y en inglés como food safety).
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